BIBLIA CATOLICA

Share on Facebook
Share on Twitter
Share on Reddit
Share on Google Bookmarks
Share on Digg
Antiguo Testamento Nuevo Testamento Descargar Biblia Donar BIBLIA CATÓLICA

Libro Segundo de Samuel

1

2

3

4

5

6

7

8

9

10

11

12

13

14

15

16

17

18

19

20

21

22

23

24





ANTIGUO TESTAMENTO


Génesis

Éxodo

Levítico

Números

Deuteronomio

Josué

Jueces

Rut

1ro. de Samuel

2do. de Samuel

1ro. de los Reyes

2do. de los Reyes

1ro. de las Crónicas

2do. de las Crónicas

Esdras

Nehemías

Tobías

Judit

Ester

Macabeos

II Macabeos

Job

Los Salmos

Proverbios

Eclesiastés

Cantar de los Cantares

Sabiduría

Eclesiástico

Isaías

Jeremías

Lamentaciones

Baruc

Ezequiel

Daniel

Oseas

Joel

Amós

Abdías

Jonás

Miqueas

Nahúm

Habacuc

Sofonías

Ageo

Zacarías

Malaquías

Capítulo 8: 2 Samuél 8


Las guerras de David

1 Crón. 18. 1-13


8 1 Después de esto, David derrotó a los filisteos y los sometió, despojándolos de su hegemonía.


2 También derrotó a los moabitas y, haciéndolos echarse en tierra, los midió con una cuerda, a lo largo de dos cuerdas, los hizo matar; y a lo largo de una cuerda completa, les perdonó la vida. Los moabitas pasaron a ser vasallos de David, sometidos a tributo.


3 David derrotó a Hadadézer, hijo de Rejob, rey de Sobá, cuando este iba a restablecer su dominio sobre el Río.


4 Capturó mil setecientos soldados de caballería y veinte mil hombres de a pie, y mutiló todos los caballos de los carros de guerra, reservándose sólo cien.


5 Los arameos de Damasco acudieron en auxilio de Hadadézer, rey de Sobá, pero David derrotó a veintidós mil de esos arameos.


6 Luego puso gobernadores en Arám de Damasco, y los arameos pasaron a ser vasallos de David, sometidos a tributo. El Señor daba la victoria a David en todas sus campañas.


7 David se apoderó de los escudos de oro que llevaban los oficiales de Hadadézer, y se los llevó a Jerusalén.


8 De Tébaj y de Berotai, ciudades de Hadadézer, el rey David se trajo una enorme cantidad de bronce.


9 Cuando Tou, rey de Jamat, oyó que David había derrotado a todo el ejército de Hadadézer, 10 le envió a su hijo Iorám, para saludarlo y felicitarlo por haber hecho la guerra y derrotado a Hadadézer, ya que este era su rival. Iorám llevó consigo objetos de plata, oro y bronce, 11 y el rey David consagró también esos objetos, como lo había hecho con la plata y el oro provenientes de todas las naciones que había sometido, 12 de Arám, de Moab, de los amonitas, de los filisteos y de Amalec, como asimismo del botín de Hadadézer, hijo de Rejob, rey de Sobá.


13 David adquirió gran renombre cuando volvió de derrotar a dieciocho mil arameos en el valle de la Sal.


14 Además, puso gobernadores en Edóm, estableciéndolos por todo el país, y todos los edomitas pasaron a ser vasallos de David. El Señor daba la victoria a David en todas sus campañas.


La administración del reino

1 Crón. 18. 14-17


15 David reinó sobre todo Israel, y administraba el derecho y la justicia a todo su pueblo.


16 Joab, hijo de Seruiá, era el comandante del ejército; Josafat, hijo de Ajilud, el heraldo; 17 Sadoc y Abiatar, hijo de Ajimélec, hijo de Ajitub, eran sacerdotes; Seraías, el secretario; 18 Benaías, hijo de Iehoiadá, comandaba a los quereteos y peleteos; y los hijos de David eran sacerdotes.


CRÓNICA DE LA SUCESIÓN AL TRONO DE DAVID


En los últimos años de su reinado, David vivió muchas horas amargas. El jefe guerrero que supo consolidar un reino, se mostró más de una vez demasiado condescendiente con sus hijos, y esta debilidad le impidió ejercer una autoridad efectiva sobre su familia. Así se creó el clima propicio para los conflictos domésticos y las rebeliones que nos relata la "Crónica de la sucesión al trono de David", obra compuesta por un testigo presencial, en una época bastante cercana a los hechos. El narrador quiere mostrar cómo Salomón llegó a ser el legítimo sucesor de David, a través de una serie de circunstancias dramáticas e imprevisibles que hicieron fracasar una tras otra las ambiciones de los demás pretendientes al trono.


Por su valor literario y su manera de presentar los acontecimientos, esta crónica ocupa un lugar de excepción en toda la historiografía del Antiguo Oriente. Los hechos reviven ante nosotros en una sucesión de cuadros, que revelan el arte de un agudo observador y de un narrador sobrio e imparcial. De un modo particular, el carácter de David aparece lleno de contrastes, como lo pone de manifiesto el comienzo mismo de la narración. Las consecuencias de su pasión por Betsabé lo llevan a cometer un crimen fríamente premeditado. Pero el reproche del profeta Natán lo hace recapacitar sobre la gravedad de su pecado y provoca en él un sincero arrepentimiento. Ante esta muestra de miseria y de grandeza, el narrador no emite ningún juicio. Deja que los hechos hablen por sí mismos.